¡Será alrededor del año que se acercará o incluso alcanzará el objetivo de caminar independientemente!

De hecho, estará dispuesto a abandonar el puerto seguro que le ofrecen nuestras manos. Al principio, los pasos serán cortos, apresurados e irregulares porque el niño tiene dificultad para mantener el equilibrio de todo el cuerpo sobre una sola pierna mientras la otra se mueve hacia adelante.

En primer lugar, para fomentar la caminata es importante no apresurar las etapas. De hecho, el momento en que el niño estará preparado para intentar sus primeros pasos hacia adelante llegará cuando haya adquirido suficiente experiencia en moverse lateralmente agarrándose a los muebles, y se sienta lo suficientemente seguro y estable como para separar una, o incluso dos manos del soporte.

Una estrategia para facilitar el proceso de caminar es arrodillarnos frente al niño, ofreciéndole nuestras manos como punto de apoyo. Mantenemos nuestras manos a la altura del pecho del bebé y bastante cerca de él. Lentamente, retrocedemos mientras el niño da sus pequeños pasos hacia adelante.

Otra forma es colocarnos detrás del niño, ofreciéndole el apoyo de nuestras manos a la altura de los ojos, de forma que pueda mantener los brazos estirados frente a él o ligeramente flexionados a la altura del codo. Seguimos suavemente su movimiento a medida que avanza.

Cuando el pequeño empieza a ponerse de pie, muchas veces recurrimos inmediatamente a comprar andadores o cochecitos para los primeros pasos.

Sin embargo, aunque se supone que estos dispositivos pueden facilitar el aprendizaje de caminar de forma autónoma, en realidad podrían tener el efecto contrario, retrasando el proceso. Por ejemplo, se ha demostrado que los andadores para bebés son extremadamente riesgosos y pueden afectar negativamente la postura del niño y su capacidad para caminar. De hecho, la Academia Estadounidense de Pediatría ha pedido la prohibición total de los andadores para bebés en Estados Unidos.

En cuanto al andador, es fundamental introducirlo sólo cuando el niño sea capaz de mantener el equilibrio, de lo contrario se corre el riesgo de que el pequeño lo persiga con pasos inciertos y apresurados.

Alcanzar nuevas etapas que permitan al pequeño moverse libremente le lleva también a descubrir el mundo que le rodea con nuevos ojos y un renovado interés por objetos cotidianos como sillas, lámparas y cajones. Precisamente por eso es importante considerar que los riesgos también surgen desde ahora, ya que el niño aún no tiene la capacidad de discernir qué es peligroso.

Esta etapa requiere que los padres hagan del hogar un entorno seguro para el niño , sin limitar sin embargo su exploración independiente. Además, es tarea del adulto ofrecer al niño un lugar adecuado para su libre motricidad, basado en una relación fundada en la seguridad y el apoyo emocional, en línea con la filosofía Montessori.

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